hay un pequeño cofre que se camuflajea
haciendo parecer que es cualquier cosa
y cada vez que me hieren,
se hunde en mi pecho
como una moneda en lo hondo del océano
realmente es como el bolso de mary poppins,
con un fondo infinito
allí flotan todas mis emociones,
las que alguna vez sentí pero que olvidé,
las que viven actualmente
y las que todavía no han aprendido a florecer
a pesar de que cada una de ellas sean tan intensas
como alguien que nunca para de hablar y ni te deja hablar,
no las consigo y por lo tanto no las puedo expresar
las siento,
como el sol al mediodia,
como de las madrugadas el frío
y como los coñazos que me doy en el pie
en el dedo chiquito
es como si hubiera un laberinto
dentro de mí
para encontrar el cofre
o estuviese bajo mil llaves,
códigos,
contraseñas
y patrones
o una gran pared separara a mis emociones
de las palabras y demostraciones,
y entonces no se entienden y por eso no se expresan
las que se expresan es porque fueron atrevidas,
porque se escaparon una noche escondidas
porque querían conocer otro mundo
y personas y perderse
y no volver jamás
y en ese momento me siento libre y valiente
como para dejar a la emoción salir a flote
pero a veces las emociones se mueren
y las que quedan dentro se ponen de luto
se hunden mucho más en mi pecho
y ya no quieren ser llamadas, ni expresadas
se vuelven asociales
y sienten, más que nunca,
y de tanta intensidad, se vuelven incontrolables
entonces yo, para que esto no vuelva a ocurrir,
vuelvo a desear con todo el alma
ser emocionalmente intocable
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