era capaz de dejar el alma en conocerles
conocerles apasionadamente
porque así soy cuando algo me gusta mucho
me provocaban grabar olores
o fotografiar sensaciones
me provocaban correr por las nubes de sus mentes
y con la fuerza de la mía, ser inmune a los dolores
porque en el fondo quería
que no me dejaran porque me hipnotizaban,
quería que sus palabras fueran verdaderas
y les creí noche y día
que eramos una casualidad muy bonita,
que me admiraban por mi manera de pensar,
que me querían invitar
a muchos lugares a los que solo querían ir conmigo,
que era única, diferente, especial
que sin tener cómo comunicarse buscaban las mil maneras y lo lograban
porque según, hablar conmigo se sentía agradable,
y las conversaciones sin parar, eran de todo tema,
a todas horas, todos los días, en todos los lugares
pero resultaron ser tan distintos
a como se mostraban
cualquiera podían ser,
con tantas caras, desconocidos,
como el pasado, presente y subjuntivo
del verbo caber
resultaron ser como el aire
y aunque no terminaron siendo huracán,
a veces la brisa no es buena
hablan las puertas
y en los ojos te entra tierra
y se vuelven tan indelebles
se hace tan difícil llevarlos al olvido
pero uno extraña y extraña hasta el punto de sentirse extraño,
como una palabra que al ser dicha varias veces pierde el sentido
y se vuelven tan indelebles
porque se pudo querer, porque se quiso
porque sin ninguna explicación
se van, dejando un vacío
ya no esperaba verles,
ya no contaba los días
y la idea de que un nosotros llegara a ocurrir
se convirtió en distopía
les digo adiós
aunque sé que no les importará
para todos aquellos que se desaparecen
después de haber prometido
la luna aunque se fueran a congelar,
y el sol aunque se fueran a quemar.
pero se vuelven tan indelebles
porque los recuerdos se volvieron intransigentes
y se vuelven indelebles
los que se desaparecen